La fluidez es una función propia del lenguaje que tiene su
máximo desarrollo entre los 2 y 5 años. La tartamudez es una alteración de la
fluidez normal del lenguaje.
El niño involuntariamente al hablar repite sílabas, partes de palabra, palabras,
frases. Cuando un niño realiza esto decimos que presenta una disfluencia del
habla, pero la disfluencia no es solamente el repetir palabras.
Hay chicos que hacen esfuerzo para hablar, se ponen colorados,
les sale la voz disfónica, hacen gestos
o movimientos con la cabeza y/o el cuerpo acompañando lo que dicen, cierran los
ojos o fruncen las cejas cuando hablan, presentan evidente incomodidad al
hablar, hacen prolongaciones de sonidos, presentan tensión en la cara o en el
cuerpo, hacen bloqueos pre fonatorios o toman aire antes de empezar a hablar.
El tratamiento en niños menores de 6 años tiene por objetivo revertir la dificultad, es posible evitar las disfluencias si se actúa antes que finalice la adquisición del lenguaje.
El tratamiento en niños menores de 6 años tiene por objetivo revertir la dificultad, es posible evitar las disfluencias si se actúa antes que finalice la adquisición del lenguaje.
Es
por eso que es sumamente importante realizar una consulta con una fonoaudióloga
a tiempo, luego de este período los objetivos de la terapia estarán orientados
a reducir la severidad y frecuencia de las disfluencias y a trabajar las
actitudes negativas desarrolladas en relación al habla y a diferentes
situaciones comunicativas temidas, con el objetivo de evitar o eliminar las conductas.
Además de consultar con un especialista, es muy importante que los padres modifiquen la forma de hablar ya que constituyen modelos de lenguaje para sus hijos, pueden seguir las siguientes pautas:
Además de consultar con un especialista, es muy importante que los padres modifiquen la forma de hablar ya que constituyen modelos de lenguaje para sus hijos, pueden seguir las siguientes pautas:
- Hablar en forma lenta y relajada.
- Escuchar al niño atentamente, prestando
atención a lo que dice, y no a cómo lo dice. Darle el tiempo suficiente
para hablar.
- Hacer pausas entre preguntas y respuestas, para
lentificar el ritmo de la conversación.
- Nunca interrumpirlo o dejar que otros lo hagan.
- Es recomendable escuchar canciones para que el
niño las cante a la par.
- Cambiar la actitud frente al problema de modo
que no le afecte hablar del tema.
- Organizar la vida del niño en casa para que no
le produzca estrés.
- Siempre trabajar para reducir la velocidad del
lenguaje y de las situaciones.
- Para pedirle cambios al niño, debemos hacer
primero los cambios nosotros.
- Respetar los turnos para hablar en casa.
- Los padres deben encontrar momentos de juego,
de lectura de cuentos o de conversación con el niño.
- Darle seguridad, motivarlo para hablar, para
que no se retraiga.
- Proponerle actividades donde no fracase. Los
problemas de fluidez verbal son el resultado de muchos factores sobre los
cuales ni los niños ni los padres necesariamente tienen control, y por lo
tanto no es culpa de nadie. No hay nada de malo en trabarse. La disfluencia
es un problema que se puede superar. Hay motivos para tener esperanzas si el
entorno del niño trabaja con un mismo fin.
Lic. María A. Sorrentino.
Fonoaudióloga